domingo, 9 de noviembre de 2008

Asceta

El fantasma de la decadencia sobrevuela ensombreciendo
cada uno de nuestros pasos.
Tinieblas a las que nos hemos acostumbrado no pueden turbar
la firmeza de nuestros nortes.
Con los pulmones hinchados de aire fresco
atravesaremos las compuertas del templo de la verguenza y la culpa
para asi derribarlo.
Agradezco si nunca me pides perdon, como asevero que nunca
esperaras una reverencia de domesticacion de mi parte.
Invitemos al resto de los mortales
a nuestra danza de salvaje desenfreno.
No compartirlo sera el crimen.
No esperemos al momento en que cientos de mariposas
afloren alocadas de nuestras cabezas voladas de disparo.

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